Como el famoso improperio “estás mal hecho y peor acabado”, llevo bastante tiempo pensando que la Unión Europea (UE) “está mal concebida y peor desarrollada”.
Disponemos de una unidad política prácticamente nula, muy precaria en el legislativo y altamente ineficiente en el ejecutivo. Obviamente esto obedece a las premisas sobre las que fue diseñada: una gran zona franca para mercancías y personas sin que los estados cedieran soberanía, satisfaciendo básicamente las pretensiones tanto alemanas como francesas.
En los inicios de la reciente pandemia, ya pudimos observar la absoluta dependencia europea en todo lo relativo a fabricación y manufactura de insumos médicos, por no hablar de a la postre letal falta de respuesta coordinada. Inmersos aún en dicha coyuntura, nos ha golpeado la “crisis de los semiconductores”, nuevamente por la absoluta dependencia exterior tanto en procesos de fabricación como de diseño. Y finalmente, tras la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Vladimir Putin, asoma la cruda realidad de posibles cortes tanto en calefacción como en el suministro eléctrico por nuestra gigantesca y absoluta dependencia energética. Sino fuera por lo cruel, resulta hasta gracioso revisionar videos de hace relativamente poco tiempo donde, tanto Donald Trump como el mismo Vladimir Putin “se sorprenden” y bromean con el hecho de que la UE haya denostado la energía nuclear sin tener ninguna alternativa propia, real y efectiva al suministro de gas por parte de terceros (USA, Rusia y Argelia).
Supongo que a partir del colapso soviético en 1991 y en plena efervescencia globalizadora, “alguien, bastantes o muchos” en la UE pensaron que era un fantástico negocio trasladar TODA la producción al sudeste asiático + China: más de dos semanas por transporte terrestre, cerca del mes usando el marítimo. Todo ello pasando por zonas como el Canal de Suez o Estrecho de Malaca bajo soberanía egipcia, malasia y de sumatra.
Con estos mimbres, es fácil pensar que ocurrió otro tanto a la hora de afrontar el costosísimo cambio en el modelo energético; vamos cerrando reactores nucleares y recurrimos al “barato” gas ruso hasta que renovables y “algún” sistema de almacenamiento nos permita garantías totales de suministro y disponibilidad.
Es de suponer, que en los dos contextos citados, “alguien, bastantes o muchos” partían de la premisa que tanto el sudeste asiático, como China y Rusia eran, son y serian firmes y fiables socios comerciales. Capaces de absorber cualquier demanda y poner a ésta por encima de cualquier interés geoestratégico. Pues bien, tras ambas bofetadas de realidad y con todo por hacer, las miserias de la UE se muestran en toda su crudeza.
En lo relativo a la producción tecnológica -semiconductores- ningún análisis medianamente decente contemplaría externalizar toda, absolutamente toda la producción. Puedes hacerlo en lo relativo a elementos punteros: litografías de 15 nm para abajo, arquitecturas complejas o hibridaciones. Pero teniendo a la industria automovilística como uno de los puntales industriales europeos y siendo sabedores de su cada vez mayor dependencia de microprocesadores, sencillamente no tiene sentido depender de fábricas distantes miles de kilómetros ¡ni aunque fuera por reducir el impacto climático que genera todo su transporte!. Máxime, si tenemos en cuenta que per se también somos dependientes de los materiales necesarios: minerales y tierras raras. Doble dependencia por tanto.
También hubo avisos de pandemias como el SARS en 2003 y la Influenza A (H1N1) de 2009, al menos para que se revisasen los protocolos a la hora de gestionar los insumos necesarios: respiradores, trajes, guantes, mascarillas…
Finalmente y como corolario de despropósitos, nos encontramos con el flagrante caso del MidCat. El gaseoducto que debía conectar a España con Francia y a ésta con el resto de Europa. En un alarde sicotrópico, podemos aceptar una total dependencia del gas ruso, mas teniendo un país como España, con seis, SEIS regasificadoras y conexión directa con uno de los mayores productores de gas como es el caso de Argelia, que menos que tener una fuente de suministro y distribución alternativa. Ya no pensando dentro de un contexto geoestratégico, es que a la hora de prever una posible avería, sabotaje o ¡simplemente para negociar el precio con la propia Rusia! nada, absolutamente nada en el mundo se afronta o gestiona de igual manera teniendo dos proveedores y dos infraestructuras en lugar de simplemente una.
Cualquier empresa de chichinabo tiene un backup para su conexión de datos y un SAI para el suministro eléctrico. Cualquier particular que haga fotos, tiene uno, dos o incluso tres backups de las mismas. Pues bien, la todopoderosa UE, en su infinita sabiduría, decidió que, no tan sólo no era problemático depender absolutamente del exterior en temas tan estratégicos y sensibles como los citados, sino que incluso no era necesario diversificar los proveedores o las redes de distribución.
Es lo que tiene que “algunos, bastantes o muchos” no hagan bien su trabajo. Lo acabamos pagando TODOS.